Isabel y los símbolos del poder real (IV)
Entre los símbolos del poder real, tiene gran importancia el
vestido, ya que se trata de un modo muy visual de representar la preeminencia
en los actos ceremoniales. En las entradas reales, los concejos se encargaban
de procurar un vestuario adecuado a sus regidores, y no dudaban en utilizar
vestidos de terciopelo negro, además de intentar que los ropajes de los
espectadores no desentonaran, con el fin de asegurar la máxima espectacularidad
en la celebración.
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Fuente: rtve, Isabel la serie |
Donde más se hacía notar el valor comunicativo del vestuario
era en los actos ceremoniales de las exequias reales y la entronización. Volvemos
a la Crónica de Enrique IV (Paz y Melia, 1906) para ver cómo Isabel la
Católica, al conocer la muerte de Enrique IV, su hermano, pasa del luto al lujo con gran rapidez: “ […]
se vistió de luto, más oficial que la pompa, bien verdadera, de la exaltación
al trono […] terminadas las fúnebres
ceremonias quitaron los negros paños y apareció de repente la reina vestida
con riquísimo traje, y adornada con
resplandecientes joyas”, lo que el cronista achaca “al consejo de lisonjeros y
cortesanos”.
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Fuente: www.ubu.edu (miniatura Cancionero) |
Isabel supo aprovechar este símbolo de poder desplegando un lujo y una creatividad
extraordinarias “inventando vestires” (Juan de Lucena, 1892), ya que era “muger
ceremoniosa en sus vestidos y arreos”, según Hernando del Pulgar (1953). Mantos, túnicas doradas, verdugos rojos, capas forradas de armiños. Vestidos a los que se cosían joyas, brazaletes, cintas, o cinturones y lujosos
collares.
Prueba de la suntuosidad con que vestía la reina podemos encontrarla en las miniaturas
del Cancionero de Pedro Marcuello.
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