Isabel y los símbolos del poder real (V)
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Los símbolos de los que hablaremos hoy son la corona y el cetro. La corona, símbolo de expresión de la
continuidad del poder real, “destinada por la divinidad al monarca preelectus,
en razón de la cual se considera a Deo Coronato por mediación de los obispos
[…] lo que comporta la conversión del rey en santo” (García Pelayo, 1968) , cuya misión es
garantizar la salvación. Este aspecto religioso lo vemos reflejado en la
apariencia física de la corona, que
incorpora conceptos que aluden a la sacralidad del poder del monarca (Delgado
Valero, 1994).
En la CapillaReal de Granada se conserva la única corona de la reina Isabel que ha
llegado a nuestros días. Fabricada en plata dorada, se trata de una obra de
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segunda fila, cuyo cerco inferior se ha perdido, adornada con motivos vegetales
y granadas. Para Schramm (1960) ni el material ni la calidad del trabajo
permiten considerarla como una corona que la reina hubiera llevado
efectivamente, de hecho ni se menciona en su testamento, por lo que el autor
concluye que debió ser utilizada como objeto ceremonial funerario o para la
celebración de la toma de Granada.
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La reina poseyó varias coronas, según se recoge en distintos
inventarios y crónicas. En la imagen que acompaña a este párrafo, La Virgen de los Reyes Católicos (1491-1493), vemos a los reyes representados con corona. Una de las coronas que poseyó era de
oro esmaltado, adornada con nueve diamantes, siete rubíes, 128 grandes perlas y
394 menores, engastadas sobre ocho piezas con florones, follajes, rosas y
varias águilas. Es probablemente esta corona la que empeñó en Valencia, en
1489, para socorrer el cerco de la
ciudad de Baza.
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Otro objeto muy característico en la iconografía
ceremonial de los monarcas es el cetro, cuya funcionalidad se engloba dentro de una
perspectiva jurídica, jugando un importante papel en ceremonias de juramentos
políticos.
También es parte importante en los actos de juramento de los
príncipes herederos, donde es “el objeto simbólico que se entregue al futuro
monarca como expresión de su nueva condición como sucesor al trono”. Es
asimismo uno de los elementos simbólicos “más característicos de la
representación iconográfica de los monarcas en actitud ceremonial”, alude al
rey como legítimo continuador de una dinastía, Nieto Soria (1993).
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