"Anoche soñe que había vuelto a Manderley ...


Tenía 14 años cuando leí por primera vez Rebeca, fue la primera novela “de mayores” que leía, de hecho la película no pude verla hasta cumplir los 18 años. Desde entonces la he leído varias veces, y he visto la película muchas más. Hoy, que ha fallecido Joan Fontaine, he recordado su personaje y lo he enlazado con el protocolo. La historia de una dama de compañía que llega a señora de una mansión aristocrática se ha repetido muchas veces tanto en el cine como en la literatura, pero tal vez en esta película somos más capaces de empatizar con el personaje (sin nombre) al que da vida Fontaine.

A lo largo de la película asistimos a gran número de escenas en las que el protocolo social, la urbanidad, los buenos modales, se ponen en juego. Las presentaciones, la etiqueta, invitaciones, tarjetas de visita, elección de menús, etc. todas las reglas sociales de la alta sociedad de la época al servicio de una historia que sin ellas quedaría vacía. Detalles que hacen de la aristocracia una clase especial y que ponen en evidencia a los “nuevos ricos” que no han adquirido esos modales desde la cuna (la escena de la Sra. Van Hopper apagando el cigarrillo en un tarro de carísima crema facial,  es una muestra de ello).




Los sirvientes en orden de revista, para dar la bienvenida a la nueva Sra. De Winter; la mesa a la que se sientan siempre perfectamente puesta, ya sea para tomar el te, desayunar o un banquete de gala; tarjeta de menú para cada día (la nueva señora de Winter incapaz de elegir un menú pidiéndole consejo al ama de llaves,  otra escena memorable); smoking y traje largo para cenar … infinidad de detalles que hacen de la película una lección de protocolo social.

Si aún no has visto la película ni leído la novela ¡hazlo!, eso sí con “ojos de protocolo”.

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